Nacido de una Madre Inmaculada
un Dios que se hace Niño por nosotros
arropado por los brazos de una Madre
que lo abraza y lo acaricia con sus besos
y lo duerme con el son de sus cantares.
Yo también te quiero acariciar
y abrazarte y con tu cuerpo alimentarte
el recibirte en mi pecho cada día
cuando comulgo, cuando vengo a visitarte.
Tú eres nuestro pan de cada día
nuestra dicha, nuestro amor, nuestra alegría
el camino que nos alumbra hasta el final
y la luz que nos alumbra y nos guía.
Que se aclaren las Tinieblas
que en esos países tristes
donde hay tanta miseria haya amor y haya hermandad
y que acaben las guerras.
Paz para todos los pueblos
que todos somos hermanos
de un solo Padre, y Señor,
que es nuestro Padre del Cielo
María Belmonte Nieto
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